miércoles, 15 de agosto de 2007

JOAQUÍN ATA LA CHAMPIONS


Pocas veces el fútbol pierde de manera tan absoluta su factor sorpresa. Ayer fue así en Mestalla pues el guión previsto de antemano se cumplió con exactitud para alegría del Valencia. El Elfsborg salió al campo derrotado, sabiéndose infinitamente inferior, algo lógico tras oír decir a su técnico en la previa que perder 2-0 sería un buen resultado. En el otro bando, los especialistas en previas hicieron honor a su fama, golearon como ansiaban y convirtieron la visita a Suecia en un trámite. El monólogo de los de Quique fue absoluto y su rival no existió ante el baño al que les sometieron un gran Joaquín, Villa, Silva, Vicente o Morientes.

Mestalla vivió su primera noche mágica y es que la Champions es la competición del Valencia, el sueño oculto de un club al que la Liga de Campeones le debe un título. Por eso sus jugadores salieron enchufadísimos y ellos mismos se relajaron al ver que delante no había nada, que todo lo que pasara era cosa suya y, con semejante arsenal, lo que pasó fue un 3-0 clarificador, corto, pero suficiente.

Las noticias positivas se amontonaron durante la noche para Quique, que pidió resultado y sensaciones y se llevó las dos alegrías. Eso y ver que la mejor versión de Joaquín asomó por Mestalla, que Baraja ha vuelto con fuerza y que Silva no ha perdido ni un ápice de la calidad y el hambre que ya mostró.

Como exigía el objetivo de golear, los locales salieron como un ciclón, confirmándole a sus rivales que sí, que sus peores augurios se iban a hacer realidad y que el Valencia les iba a correr a pelotazos. Para fortuna del Elfsborg, la renta en la primera mitad fue mínima para los merecimientos chés, que con una rápida circulación y una presión muy arriba aculó a los suecos. El agua le entraba por todos lados a Wiland, especialmente por la izquierda, donde Villa, Silva y Vicente encontraron un filón en la espalda del lateral.

El de Benicalap abrió el marcador y descargó toda su rabia acumulada por las lesiones en un 1-0 que pintaba de negro el panorama visitante. Los blanquinegros apretaron el acelerador en vista de que llegaban con una facilidad insultante, pero en 25 minutos de monólogo no fueron capaces de volver a marcar. Ahí se tomó un respiro, pero el Elfsborg ni se atrevió a salir, regalaba la pelota y soñaba con una acción de estrategia que le diera vida. No fue el caso.

La segunda mitad mostró un Valencia menos vertiginoso pero de mayor calidad. Ahí surgió un Joaquín espléndido, que derrochaba clase, regate y asistencias. Dos de sus centros terminaron en cabezazos letales de Silva y Morientes y metieron a los ché en la Champions con todas las de la ley, pues nadie se puede imaginar una debacle en tierras suecas. No ante un rival tan pobre.

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